La planeación y la evaluación de la enseñanza y el aprendizaje son elementos fundamentales de la actividad docente que deben considerarse como partes interactuantes de un solo proceso; en ellas se refleja la capacidad e intencionalidad del profesor para seleccionar, adecuar, crear y administrar acciones de enseñanza cuyo fin es que los alumnos alcancen los propósitos formativos previstos en el proyecto curricular de su nivel educativo.

De manera específica, la planeación didáctica constituye una actividad previsora en la que el docente expresa su dominio y perspectivas respecto al currículo: considera sus metas, enfoques, contenidos temáticos, tiempos, recursos, y confronta estos elementos frente a las potencialidades y formas de aprendizaje de sus alumnos y a las particularidades del contexto social y cultural en el que éstos se encuentran inscritos.

La evaluación integra una serie de acciones que se enfocan en emitir juicios de valor sobre los diferentes procesos de construcción de aprendizajes que alcanzan los alumnos; se constituye, además, como un ejercicio permanente que da seguimiento a sus capacidades y formas de actuación, lo que permite distinguir la manera como administran el avance hacia el logro de sus metas formativas; en esencia, la intención de esta actividad es maximizar las posibilidades de aprendizaje de los alumnos. Conjuntamente, representa para el profesor una oportunidad irreemplazable para analizar la pertinencia y eficacia del proceso didáctico que conduce, y a partir de ello, orientar la mejora de su práctica docente.